21 de agosto de 2016

Torres es un clásico

Torres. Siempre Torres. Lo sabía. Pero por un momento subestimé la aceleración de un buen clásico y me perdí su gol en directo. Fue prepararme un café a toda leche y poner el partido para darme cuenta de que ya había marcado. Ni tan siquiera me dio tiempo a desenfundar uno de mis puros. El Niño es un pistolero muy rápido y su fama le precede. Además nunca habla por hablar. Como decía Tuco en "El bueno, el feo y el malo" cuando se dispara no se dice nada. Las balas hablan por sí solas y los goles también. ¡101! Se dice pronto, aunque hacerlo en el Atleti es harina de otro costal. Torres ya está en la lista de los diez atléticos más buscados. De encontrarnos en el salvaje oeste sería ese compinche del que nunca te separarías cuando las cosas se pusieran muy feas, sabedor de que nunca te abandonaría en el peor momento y elegiría mil veces el plomo antes que cambiar de bando.


Hagan como este ferviente seguidor que disfruta con cada cabalgada de nuestro Niño Torres. Cada segundo, cada zancada, cada balón. Como si viera un Ford Mustang del 67 rugiendo a gran velocidad por una de esas carreteras polvorientas con ruido de sirenas detrás, curtido en mil batallas y en otras tantas persecuciones. Y que a pesar de los años, de los golpes y de toda la mierda que le haya podido caer encima, mantiene intacta su esencia indomable, su potencia y sobre todo su clase. Es como ese clásico que jamás cambiarías por otro más nuevo aunque sus prestaciones pudieran ser mejores. Porque sabes muy bien que aunque así fuera jamás te haría sentir lo mismo. Y esa sensación no tiene precio, Así que no pares Niño, ni se te ocurra parar. No levantes el pie del acelerador y pisa a fondo. Y sigue rugiendo con tus goles... Que nos pisan los talones y lo mejor todavía está por llegar.

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