7 de marzo de 2016

Los violentos de Simeone

Un grito. Un estallido. Un trueno. ¡Zafarrancho! Esa fue la orden de Simeone a sus valientes  justo antes del asalto final a Mestalla. ¡Ganar! ¡Ganar o morir! ¡Punto! Y en eso el Atleti es el mejor.

Después de eso y en cuestión de minutos, los valientes del Cholo destrozaron sin piedad a un Valencia incapaz de contenerlos a todos. Una vez más, el Atlético de Madrid arrolló por completo a un rival que no pudo hacer nada más allá de sentirse absolutamente desbordado. Impotente ante el vendaval de fútbol y furia rojiblanca que se les vino encima. Como un pobre campesino cuando debe intentar plantar cara a un guerrero temible ya curtido en mil batallas.


Y no por ello, por esta batalla liguera desigual, cabe restar mérito a "Los violentos de Simeone". Sí queridos atléticos, habéis leído bien. "Los violentos de Simeone". Así nos llama el enemigo. Así nos llaman a todos los que defendemos estos colores. Desde el jefe supremo hasta el último hincha en el último recodo. "Los violentos de Simeone" como en "Los violentos de Kelly". Como en esa mítica película de acción. Como en esa película de héroes canallas como nuestras rayas. Porque eso es lo que son todos aquellos mortales que se atreven a desafiar a los dioses del fútbol moderno: unos héroes. Unos violentos y malditos héroes con el balón en los pies. Y a decir verdad, me encanta que nos llamen así porque todos sabemos muy bien por qué lo hacen. Y me enorgullece porque me muestra la grandeza y el inmenso mérito de este Atlético indomable.


Porque ahora nos temen. Ahora ya no hay risas, ni burlas ni chistes baratos. Ahora en vez de eso hay insultos, rabietas y lloriqueos infantiles de aquellos que se mean en los pantalones cada vez que se enfrentan al equipo del Cholo. Una y otra vez. Una y otra vez. Y así desde hace ya tres largos años. Por eso cuando los cobardes tercerones os acusen de violentos en su máxima expresión, con la cabeza bien alta, alzad la voz y contestad con orgullo: que mientras La Cibeles empieza a tener telarañas el Dios Neptuno aguarda impaciente la visita de sus héroes mortales. Para rendir justo homenaje a los que mejor luchan en el terreno de juego. En el campo. Que es donde realmente importa. Allí donde se ganan los títulos de verdad y no la chatarra mediática de consolación. Partido a partido como dice el jefe. Con sudor, con esfuerzo. Con sacrificio. Con coraje y corazón.
Por eso, queridos atléticos,  decidles bien alto a todos los tercerones, a los envidiosos, a los que nos insultan, que se equivocan al sentir miedo... deberían sentir pavor!


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